EL ALMACEN DE LA FLORIDA
Papá a los once años de edad hacia rifas para ganar algún dinero y así comprarse alguna ropa en el almacén de La Florida, cuyos dueños eran Lulio y Salustio Sierraalta, hijos de Telasco.
Me cuenta que una vez compró un frasco de agua de olor y otra vez un anillo para rifarlo a un bolívar el número. Fue a Buenevara y vendió en la bodega donde jugaban dados casi todos los números; con tan buena suerte que no lo ganó nadie. Así que volvió a rifar el anillo y esta vez sí colocó toda la tickera. Hasta Papá Juan le compró uno y fué el que resulto ganador. Cuando le dió la noticia le dijo que se lo regalaba. Así que el anillo tiene su historia.
Pues bien, con la ganancia de la rifa se fue hasta el almacén de la Florida. Era la tienda mas grande de los alrededores de Pueblo Nuevo, el otro gran almacén quedaba en Adícora, se llamaba Sierraalta Hermanos y otro cuyo dueño era Faustino Riera y Cesar Sequera lo ayudaba, también había otro llamado La Casa Bocardo.
Los dueños de estos almacenes eran considerados personas de dinero; de manera que Lulio y Salustio eran personas muy respetadas y hombres de negocio. El almacén quedaba justo en La Florida y según me dice papá era grandísimo. Tenía gran cantidad y variedad de zapatos, telas a montón, víveres y mercancía en general.
Uno de los grandes negocios de Lulio y Salustio era la compra y venta de boñiga (cagarrutas de chivo), cuyo centro de acopio era a un lado del almacén, de allí la llevaban hasta Adícora para ser vendida a Mr. Fox quien la embarcaba hacia el exterior y quien por cierto dejó de pagar gran cantidad de dinero, o sea se fue con la cabuya en la pata.
También vendían sábila para ser exportada vía Adícora. El negocio era muy próspero. Es de recordar que la compra venta de estos productos era de gran credibilidad en el medio, ya que los recibos que se daban en pago eran considerados como dinero efectivo, pues eran aceptados en trueque o en efectivo entre los comerciantes de la región como si fueran cheques al portador.
Tan buen negocio era la venta de boñiga que cuando León Jurado era Presidente del Estado Falcón se le ocurrió competir en la venta de este abono orgánico. Así que con todo el poder que tenia y con las facilidades de transporte que poseía acaparó el mercado y las ventas de la Florida disminuyeron considerablemente. Así comenzó la decadencia del almacén, hasta llegar a desavenencias entre Lulio y Salustio que terminaron por cerrar el negocio. Sin embargo, Lulio tuvo un almacen llamado La Sirena.
Esta historia forma parte de la vida en Paraguaná por el año de 1924, así me lo contó mi padre Jesús Antonio Sierraalta Osorio para que sus recuerdos no quedaran en el olvido.
Jesús Antonio Sierraalta Otero
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